SALIGIA. 7 PECADOS CAPITALISTAS
LOS 7 PECADOS CAPITALES
Investigando por la Red sobre el término ‘pecado capital’, excluyendo el sentido teológico estricto del concepto, encontramos que existen numerosos ensayos, artículos y otro tipo de escritos que incorporan ‘7 pecados capitales…’ tanto en la construcción del título como en la estructura del texto. Este otro uso resulta curioso, puesto que es una práctica muy común. Muchos autores lo emplean para reforzar la idea de ‘los 7 errores que no debes cometer’. Ejemplo de ello son: ‘Los 7 pecados capitales del marketing’, ‘Los 7 pecados en la presentación del PowerPoint’ o el libro ‘El español y los 7 pecados capitales’. Estos tres casos, pese a pertenecer al siglo XXI, son un claro paradigma de la connotación a doctrinante que ha tenido a lo largo de la historia el concepto ‘Pecado capital’. Pero, ¿A qué debe su origen? ¿Por qué perdura en el tiempo?
Una convención social es un tipo de institución humana, es decir, es concebida como una pauta conductual caracterizada por:
“Una convención social es un tipo de institución humana, en segundo lugar, una convención es una regularidad de comportamiento arbitraria y, en tercer lugar, una convención es una regularidad de comportamiento estable.”
El hecho de tratarse de una regularidad de hecho permite que estas pautas de comportamiento sean observables dentro de una sociedad. Y, dentro de la comunidad los sujetos están sometidos a unos mecanismos de aprobación o desaprobación de sus actos. Podríamos dirimir dos tipos de norma dentro de esas convenciones sociales: la norma moral y la norma legal. Estos mecanismos de regulación dentro de una comunidad no son más que la muestra del poder del colectivo y de la sumisión del individuo al resto, si quiere seguir perteneciendo a ese colectivo.
Así pues, retomando el concepto de los pecados capitales observamos claramente cómo se perpetua esta presión social, en este caso, ejercida por el poder eclesiástico sobre el resto de individuos. En este caso, se trataría de normas morales, puesto que se apela al sentimiento de ‘culpabilidad’ y a la responsabilidad que cada persona tiene con la divinidad y el castigo viene dado por la aprobación o desaprobación de la misma sociedad.
Para Fernando Savater, los instintos no son innatos y somos nosotros mismos quiénes debemos poner los límites, ya que la naturaleza únicamente nos limita físicamente. La afirmación “Si tú no te controlas, la sociedad lo hace por ti” define a la perfección el papel de los pecados capitales en la conducta humana. Esta norma moral viene dada por una unidad cultural, una educación determinada. Es importante el último concepto, puesto que la educación es un instrumento utilizado para enseñar a reprimir los deseos incontrolados a modo de autocontrol.
Comparándolo con otras religiones, en la judía encontramos que no existe la concepción de pecado, pero si el trasfondo de éste: el error. Todas las religiones comparten unos dogmas que comportan un orden social determinado, unas normas de juego que deben cumplir sus creyentes para poder seguir ‘formando parte de’ ese colectivo.
Curiosamente su origen no se debe a la Biblia, sino al monje Evagrio Póntico, quien en el año 375 redactó en Egipto un listado que clasificaba los pecados más peligrosos en 8 categorías: Lujuria, Avaricia, Gula, Acedia, Ira, Soberbia, Vanagloria y Tristeza. Años después, concretamente en el año 590 a.c., el listado fue revisado por el Papa Gregorio Magno y éste los redujo a 7, puesto que entendió que la vanagloria era una forma de soberbia, añadió el pecado de la envidia y unió los pecados de tristeza y acedía para dar lugar al pecado de pereza. El hecho de reducirlos a siete no es fortuito. Este número siempre ha ido asociado al orden divino, al número santo, poderoso. A lo largo de la historia se ha perpetuado esta idea: Roma se edificó a partir de siete columnas, para Pitágoras era el número perfecto, siete son los días que conforman la semana y siete es el resultado de sumar el número divino (tres) con el número terrenal (cuatro), los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales. Se cree que esta simbología proviene del septenario, es decir del Sol, la Luna y los planetas visibles: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno.
El Papa Gregorio Magno fue el encargado de otorgarles la connotación de ‘capitales’ dando lugar así a los ya conocidos ‘7 pecados capitales’. Este adjetivo se debe a la concepción de que a partir de estos siete pecados "se abre la puerta a otros pecados", son las raíces. Además, también fue el encargado de cambiar la denominación de las 8 tentaciones para pasar a ser los 7 pecados.
Este complemento sirve para redundar en la idea del ‘error’ y de cómo éste puede comportar una sanción, en este caso moral. Dicha punibilidad va vinculada al hecho de vivir en comunidad. El ser humano es un ser social por naturaleza, entre sus actividades principales está la relación, con el medio o entre otros individuos. Es en este contexto en el que nace la ‘comunidad’, es decir, mediante la interacción social se establece una serie de normas-convenciones sociales con el fin de satisfacer esa necesidad inherente en el individuo de ‘formar parte de’.