SALIGIA. 7 PECADOS CAPITALISTAS
IRA
La palabra ira viene del latín ira (cólera, enojo). De ahí también las palabras: airar, iracundo y airado. La palabra latina viene de la raíz indoeuropea *eis- (mover rápidamente, pasión) que dio ἱερός (hieros=sagrado), en griego.
Evagrio creía que la peor consecuencia de la ira era que cegaba a los hombres desencadenando el asesinato.
“Un hombre con ira no puede ver la luz; y la oración de una persona furiosa es la abominación”
Definida como un como un deseo de venganza, en la Biblia, la ira es descrita en tres narraciones bíblicas que cuentan la evolución de la ira. En el Génesis, nadie parece más irritado como Dios. En el capítulo VI, Dios estaba furioso con su creación y decidió eliminarla.
“Voy a exterminar al hombre y a los seres vivos que hice sobre la faz de la tierra. Y envió una lluvia durante 40 días que inundó la tierra”
Dios solo permitió que un hombre justo escapara, Noé. Ya en el capítulo XI, Dios desata su ira de forma más precisa. Las gentes de babel habían construido una torre que iba a llegar hasta los cielos. Dios lo tomó como una ofensa y enojado creó la confusión de las lenguas dispersando las gentes por toda la tierra, castigando así solo a la humanidad.
En el capítulo XVIII, pese a que los hombres han pecado, esta vez solo castiga a las ciudades de Sodoma y Gomorra. Y es que, según los teólogos, detrás de la ira de Dios existe un mensaje, una muestra de preocupación sobre la manera de vivir de los hombres
Ejemplos de lo que puede desencadenar la ira se encuentra en el antiguo testamento con el asesinato de Abel a manos de Caín y la agresión del rey Saúd contra David, en el libro de Samuel.
Con los 10 mandamientos, se da un giro a la concepción del pecado. A diferencia de las culturas paganas, en los 10 mandamientos es Dios quién se ocupa de los hombres, en vez de a sí mismo.
“En el judaísmo, y más tarde en el cristianismo, Dios se relaciona consigo mismo a través de los hombres. El pecado es una falta contra Dios, tanto si está dirigido contra Dios o contra los hombres”
El quinto mandamiento dice ‘no matarás’. Se considera que es un claro mensaje de las graves consecuencias de la ira. Irónicamente el portador de los diez mandamientos, moisés, es un hombre muy irritable. En el éxodo moisés vio como un egipcio maltrataba a un esclavo hebreo y en un ataque de rabia lo mató. Otro episodio es cuando Moisés baja con las tablas de la ley y encontró a los judíos adorando a un becerro. Furioso destrozó las tablas lanzándolas contra una piedra.
En ambos casos, Dios no castigó a Moisés. Lo aprovechó para mostrarle los peligros del pecado. EL estar furioso es un estado inherente a los humanos. Es una forma de humanizar a Moisés. La visión de la ira en los antiguos testamentos refleja la tradición cultural judía. El pecado de la ira adquiere una nueva vertiente en los evangelios. Una de las primeras narraciones del evangelio de San Mateo, trata de las terribles consecuencias de la ira de Herodes. Ahí se relata el nacimiento de Jesús. Herodes, rey de Judea, había oído hablar de una profecía sobre el nacimiento de un nuevo rey de los judíos. La posibilidad de que este rey ocupara su torno, le hizo ponerse furioso. Temía que cuando naciera el nuevo rey le rebatara el poder. Como no pudo encontrarlo, montó en cólera y decretó la matanza de los recién nacidos, y así eliminar al futuro pretendiente al trono. El relato es conocido como la matanza de los santos inocentes. Mandó degollar a todos los niños de menos de 2 años de Belén y de la costa. Jesús sobrevivió porque su familia había huido a Egipto.
Al mismo tiempo, surgió un nuevo concepto de pecado en la tradición judeo-cristiana. La respuesta para los creyentes ante tal atrocidad, era satán. Evolucionó como el ‘tentador de la humanidad’, el origen del mal del mundo. En el antiguo testamento aparece como una figura más bien menor, pero en el nuevo testamento se convierte en un demonio.
Dos de las grandes tentaciones con las que Satán incita a los humanos son la furia y la venganza. Pero Satán se enfrenta con Jesús, que promulga un nuevo mandamiento contra el pecado de la ira. Jesús anima a sus seguidores a poner la otra mejilla. Un consejo sorprendente, objeto de la ocupación de Roma. Les brinda una manera de responder con dignidad y autoestima, de este modo permite no recurrir a la ira ni a la violencia.
En la actualidad, la consecuencia más nefasta del a ira es la guerra. Aparece en una de las primeras obras épicas del mundo, la Ilíada. Relata la guerra de Troya. Según la tradición fue escrita por el poeta griego Homero. Trata sobre la guerra de Aquiles, de cómo le hizo comportarse y de cómo le condujo a la perdición.
La guerra de Troya entra en un punto muerto debido a la ira del héroe griego Aquiles. Su ira no estaba dirigida al enemigo sino contra Agamenón por quitarle una esclava muy apreciada Briseida. Aquiles abandonó la guerra y solo volvió a combatir cuando murió su amigo Patroclo a manos de Héctor. Durante siglos el relato de Troya fue una lección de cómo la ira conduce al egoísmo, al deshonor y finalmente a la muerte.
Conocidos son también los soldados de Esparta. Han sido considerados durante siglos como los mejores combatientes del mundo antiguo. Se convirtieron en leyenda por su heroica lucha contra los persas en el paso por las termopilas. Se dice que antes de la guerra, los espartanos disfrutaban de la música que tocaban distintos artistas como método de relajación y concentración para la batalla. Se decía que los espartanos debían ser valientes en el combate y para ello no necesitaban la ira. No querían estar dominados por la ira durante la batalla.
El pecado fue evolucionando cuando el cristianismo se convirtió en la religión dominante del imperio romano. Pese a que en la Biblia no aparece ninguna mención clara a la guerra o a la ira, sí que podemos encontrar numerosas guerras que surgen por discrepancias religiosas, en la mayoría de casos, motivo suficiente como para declarar la batalla.
Ya en la época moderna, ha existido una razón perfectamente aceptable para explicar que la ira acabe en asesinato: el crimen pasional. Generalmente se piensa que los crímenes pasionales están relacionados con relaciones románticas o matrimonios. En esos casos es muy frecuente que la ira desemboque en violencia brutal. Fue en 1859, Washington, cuando apareció públicamente el crimen pasional por primera vez de la mano del congresista Daniel Sickles . Descubrió que su mujer le engañaba con otro hombre y decidió matarlo con una pistola, fue condenado. El argumento principal de la defensa de Sickles fue ‘locura transitoria’. Se adujo que era posible que una persona no distinguiera temporalmente entre el bien y el mal y que, después del crimen, repentinamente, pudiera distinguirlos de nuevo. El jurado le absolvió. Fue la primera persona de la historia americana que se defendió a sí mismo con éxito basándose en esta defensa.
Presencia en otras religiones
El Islam considera que la ira es un pecado grave. El profeta dijo a sus seguidores que el mejor de nosotros es el que más tarda en enfurecerse, y el peor el que más tarda en calmarse.
Dentro de la ira en la cristiandad existen diversas corrientes ideológicas sobre este pecado: para el protestantismo, la ira es un pecado, pero no en sí mismo, sino por sus consecuencias; en cambio, la iglesia dice que todos tenemos pasiones y las pasiones conducen al pecado. No se pueden suprimir, por lo que deben ser purificadas, reconducidas y transformadas. Pese a ciertas diferencias, todas las doctrinas coinciden en el castigo: la condena al infierno.
La mayoría cree que Jesús se refería al infierno cuando hablaba del ‘hades’. Pero en el nuevo testamento Jesús se refería al lugar donde van los condenados con la palabra ‘Gehena’, era un vertedero a las afueras de Jerusalén donde se quemaba la basura. Jesús lo utilizó como símbolo de lo que les aguardaba a los pecadores.
En el islam, el infierno no es destino para siempre, sino un lugar de aprendizaje. El Corán describe el fuego eterno como algo ingrato:
“Por malo que pueda ser, cuando nos hayamos purgado podremos entrar en el cielo”
Dante, representó a los condenados de una forma que cautivó a los cristianos. Algunas de sus descripciones del infierno son tan impactantes que captaron la atención durante años. En cada caso el castigo se ajusta al crimen.
El castigo por la ira se encuentra en el quinto círculo, en las aguas del rio ‘Estigia’. Los dominados por la ira se golpean despiadadamente entre sí tratando de escapar del rio. Dante describe sus rabiosos intentos por destruir a los demás.
La interpretación cristiana del infierno evolucionó con los demonólogos medievales que catalogaron a los ocupantes del inferno. En 1598, el obispo alemán y cazador de brujas, Peter Binsfeld, recopiló una detallada jerarquía de los demonios. Creía que cada uno de los 7 pecados capitales estaba asociado a un demonio: Amon, demonio de la ira. El nombre posiblemente proviene del dios egipcio del sol. Describió al dios de la ira como un monstruo que escupía fuego, con pico de cuervo y cola de serpiente. Tentaba a los hombres con el poder y los destruía con su propia ira.
Probablemente es la emoción más fuerte, y no sorprende que también se la relacione a Satán.