SALIGIA. 7 PECADOS CAPITALISTAS
ACEDIA
Del latín acidia, y éste del griego ἀκηδία (akedia = negligencia) formada del prefijo α (a=sin) κῆδος (kedos = cuidado) y el sufijo –ία (ia= cualidad). Se refiere a alguien que anda sin cuidado, no pone atención, y por ende algo malo le pasa
En el listado original de Evagrio Póntico la pereza no aparecía como pecado único, estaba formado por dos tentaciones: acidia (apatía) y tristitia (tristeza).
La acedía es un tipo de apatía espiritual que anula la motivación, también es conocido como indolencia. La tristeza es considerada como una actitud destructiva, ya que afecta tanto a la persona directa como a quienes nos rodean. Podría definirse como ‘desesperación’, y precisamente por esto es por lo que muchas religiones la consideran pecado. Consideran que es la antítesis de la fe, ya que se considera que si existe un dios que se ocupa del mundo, no deberíamos perder la esperanza.
“La pereza es lo que permite la pobreza y la injusticia y que nadie luche por ellas. Somos demasiado perezosos para hacer algo contra ello”
En una sociedad agrícola como en el antiguo Israel, no ser trabajador podía llevar a la persona a morir del hambre. El pecado de la pereza no solo destruye al alma, sino que también puede acabar con nosotros y nuestras familias. Ese era el mensaje del rey Salomón en sus proverbios.
Hacia el año 390 ac. Los filósofos y profetas griegos predicaron las virtudes del trabajo. En Atenas, Diógenes proclamaba que la pereza no era un vicio, sino una virtud. Orgulloso de no tener hogar, criticaba el apego a las posesiones y predicaba las virtudes de la sencillez. Alejandro Magno se impresionó por su humildad y sencillez y lo buscó por las calles. “Pide lo que desees y te lo concederé”, le dijo Alejandro Magno y Diógenes le contestó: “Solo que te apartes, porque me tapas el sol”.
Curiosamente años más tarde, Jesús también predicó la sencillez:
”Mirad los pájaros del cielo, que ni siembran ni recogen y sin embargo mi padre les da de comer”
Los griegos consideraban ese pecado como una enfermad y creían que ésta podía ser curada. El primero que propuso esta teoría fue Hipócrates, fundador de la medicina moderna. Llamó a este estado de ánimo 'melancolía'. Decía que sus síntomas eran la tristeza, la ansiedad, el desánimo moral, la tendencia al suicidio y el miedo prolongado. Hipócrates creía que esos síntomas se debía a un desequilibrio entre los 4 fluidos corporales, a los que llama Humores: sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla.
Hacia el año 200 los romanos dominaban el mundo y el famoso médico Galeno, propuso otra causa para la pereza: afirmó que la pereza estaba provocada por la incapacidad de liberar los fluidos sexuales.
Para el mundo grecorromano la pereza no era más que un síntoma físico, algo que se correspondía con nuestro concepto de depresión.
Con la suma de las dos tentaciones de acedia y tristeza, la significación histórica de ‘pereza’ cambió para siempre. Las enfermedades mentales eran enfermedades del alma y aparecían porque uno caía en desgracia ante dios, por eso sufrir depresión era algo por lo que avergonzarse.
En la época medieval , el pecado era producido por la invasión de espíritus, por tanto, obra del maligno. Se consideraba que la depresión era fruto de la apoderación del alma por el demonio.
En el año 1599, se convirtió en objeto de estudio por demonologos. Peter Vischer, le asignó a este pecao el demonio del mediodía, conocido también como Belfeghor (posiblemente su nombre se debe al dios asirio Balpehor). Así pues, la concepción de este pecado pasó de ser un considerado un estado de ánimo a una posesión fruto del demonio.
En la Divina Comedia, Dante sentía una aversión particular hacia el pecado de la pereza, ya que para el autor suponía un obstáculo al amor. Situado en el cuarto círculo, los pecadores están sumergidos bajo la ciénaga y cuando hablan las palabras salen de algún lugar a la superficie. Igual que para la cristiandad, la pereza podía conducir al peor pecado de todos: el suicidio (Condenados en la Divina Comedia en el séptimo círculo)
La pereza es el único pecado que no tiene perdón. Se consideraba que una persona cometía suicidio en un acto de desesperación.
La actitud de la pereza cambió con la llegada del renacimiento. En el año 1621, Robert Burton aseguró que la pereza era una enfermedad física y que en ningún modo se trataba de una deficiencia moral. Tituló el libro ‘Anatomía de la melancolía’, en él recomendaba recurrir a los amigos y sincerarse con ellos. Consideraba que se necesitaba paciencia para que la depresión pasase de forma natural.